El aviario de la Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre en Pachuca funciona como un espacio de resguardo temporal para aves que han sido decomisadas en operativos y que no pueden liberarse ni trasladarse debido a que forman parte de procesos legales activos.
Daniel Monroy, director de la unidad, explicó que muchas de estas aves están bajo custodia de la Fiscalía General de la República, pues su posesión constituye un delito federal y forman parte de carpetas de investigación.
“Estas aves fueron decomisadas y están ligadas a procedimientos legales. Nosotros solo somos una depositaría temporal; Profepa y la fiscalía determinan su destino final”, precisó.
Aves en riesgo y su papel educativo
En el aviario habitan alrededor de 20 especies, entre ellas guacamayas verdes y tucanes, muchas catalogadas en riesgo o en peligro de extinción. Su captura, transporte o tenencia ilegal puede derivar en penas de cinco a diez años de prisión, además de multas económicas significativas.
Aunque estas aves no pueden ser liberadas, cumplen una función educativa: participan en programas de sensibilización ambiental, donde los visitantes aprenden sobre su importancia ecológica y las consecuencias del tráfico de fauna.
Antiguamente, el espacio funcionaba como zoológico de libre acceso, pero ahora solo se ingresa mediante recorridos guiados, que combinan información biológica y legal.
“Ya no se trata de ver animales por entretenimiento. Ahora explicamos por qué están aquí y por qué debemos protegerlos”, enfatizó Monroy.
Romper mitos para proteger a las especies
Uno de los principales retos del aviario es combatir creencias populares que han provocado el maltrato de ciertas aves, especialmente búhos y lechuzas.
“En Hidalgo y en muchas partes del país se cree que son brujas o portadoras de mala suerte. Nos han llegado aves quemadas, baleadas o con gasolina”, lamentó el director.
Muchas presentan fracturas, lesiones por perdigones o daños permanentes, lo que imposibilita su regreso al hábitat natural. Por ello, la unidad impulsa campañas educativas que destacan su valor ecológico:
- Una sola lechuza puede cazar hasta mil ratones al año, ayudando a controlar plagas que sí afectan a las comunidades.
- Romper mitos desde la niñez es clave, ya que la mayoría de estas creencias se transmiten de generación en generación.