La crisis ambiental en Hidalgo se agrava. Durante 2024, 41 cuerpos de agua superficial —entre presas, canales y descargas municipales— fueron clasificados en semáforo rojo por contaminación, principalmente por bacterias fecales, de acuerdo con el más reciente reporte de la Red Nacional de Medición de la Calidad del Agua (RENAMECA).

El diagnóstico coloca al estado como una de las entidades con mayor deterioro hídrico del país, con focos de riesgo extendidos desde el valle del Mezquital hasta la región de Tulancingo. Entre los cuerpos de agua más contaminados se encuentran la presa Endhó, los ríos Tula, Salado, Rosas y El Salto, el canal Requena y las descargas del Emisor Central, todos con presencia significativa de enterococos fecales y altos niveles de sólidos suspendidos.

De acuerdo con el informe, seis cuerpos de agua fueron catalogados con toxicidad alta: la descarga de Pemex en el río Tepeji, el río Salado en Tlahuelilpan, el río Rosas en Tula, dos puntos del río Tula, y el canal de la presa Endhó. En todos los casos, los contaminantes exceden los límites permisibles establecidos por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

Aunque el río Tepeji, en la cuenca de la presa Requena, no registra bacterias fecales, sí presenta una elevada demanda química de oxígeno (DQO), indicador de una fuerte presencia de materia orgánica y residuos industriales.

La situación se replica en municipios como Tula, Tepeji, Tezontepec de Aldama y Atotonilco de Tula, donde al menos cinco descargas municipales fueron clasificadas como focos rojos. En estos puntos, el agua muestra niveles críticos de contaminación, atribuibles tanto a descargas urbanas sin tratamiento como a residuos industriales.

Otros sitios críticos incluyen el río Tula en su paso por Atotonilco de Tula, Tezontepec, Progreso, Chilcuautla e Ixmiquilpan, todos con elevados valores de DQO. Además, la presa derivadora Tlamaco-Juandó, en Atitalaquia, permanece en categoría roja, junto con el río Salado, que cruza varios municipios en condiciones similares.

En contraste, sólo algunos tramos del río Tula en Tasquillo y del río Tepeji aparecen en semáforo verde, es decir, con niveles de contaminación bajos. En el rango amarillo —riesgo moderado— figuran el río El Oro en Tepeji y los ríos Rosas y Tlautla en Tula.

El deterioro hídrico de Hidalgo no es nuevo. Entre 2012 y 2024, varios puntos de la laguna de Zuplitlán (Acatlán), la laguna de Tecocomulco (Tepeapulco y Cuautepec) y el arroyo Papalote (Tizayuca) han sido señalados de forma recurrente como sitios con toxicidad alta. También presentan altos niveles de contaminación el canal El Tumba, El Alto Requena en Francisco I. Madero, y el río Tulancingo.

De acuerdo con la Conagua, los indicadores de calidad del agua permiten evaluar el estado de los cuerpos hídricos nacionales —ya sean lóticos (ríos y arroyos), lénticos (presas y lagunas), costeros o subterráneos— y sirven como parámetro para la toma de decisiones ambientales. Sin embargo, en el caso hidalguense, los datos evidencian una emergencia sostenida, en la que la contaminación fecal y química se ha normalizado.

Expertos consultados advierten que el problema no sólo amenaza la biodiversidad, sino que pone en riesgo la salud pública de miles de habitantes que viven cerca de los cauces o dependen del riego con aguas residuales.

“El valle del Mezquital lleva décadas funcionando como el drenaje de la zona metropolitana del Valle de México. Lo que antes fue un sistema de riego productivo, hoy es un corredor de desechos sin control”, señaló un investigador ambiental de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Con 41 focos rojos activos, Hidalgo enfrenta uno de sus mayores desafíos ecológicos del siglo: limpiar su red hídrica antes de que la contaminación alcance un punto sin retorno.