Tal como se había anunciado, la noche de este sábado se proyectó en pantalla grande en el zócalo capitalino el concierto que ofreció hace 35 años en Bellas Artes.
La proyección se debió a un ejercicio de Netflix para impulsar el estreno de la miniserie Juan Gabriel: Debo, quiero y puedo. No se tenía la certeza de que era lo que iba a suceder, pero conforme avanzaba la tarde empezaron a llegar los verdaderos fans del artista, jóvenes, gente de la tercer edad y cientos de imitadores perfectamente ataviados al estilo del Divo de Juárez.
Las autoridades reportaron 170 mil asistentes, convocados por el amor a la personalidad de Juan Gabriel, a su música, no hubo tortas, refrescos o camiones de por medio. Había gente de todas las alcaldías y de la zona conurbada de la CDMX, incluso algunas personas se organizaron en algunos estados del país para venirse en autobús a vivir esta gran fiesta.
Los patrocinadores colocaron una Pantalla central y en medio de la plancha dos laterales por lo que todos de una u otra forma tenían la posibilidad de disfrutar del concierto desde cualquier punto de vista, las terrazas de los restaurantes alrededor del zócalo también se encontraban llenas.

Los asistentes, cantaron, bailaron, lloraron como si estuvieran viendo en vivo a su ídolo. Al término de la proyección y al son del Noa Noa, saltó al ruedo un espontáneo caracterizado con el mismo traje que utilizó el Divo en Bellas Artes, perfectamente ataviado y con mucha dignidad encabezó una rueda que le dio la vuelta al zócalo, la gente se unió al imitador y se empezó a escuchar al unísono Vamos al Noa, al Noa Noa.
Este 2026 se cumplen los primeros 10 años de ausencia y parece que sigue entre nosotros, la magia de Juan Gabriel seguirá transmitiéndose de generación en generación.