El brillo constante que ilumina el cielo nocturno sobre la Refinería Miguel Hidalgo de Pemex en Tula tiene un lado oscuro: es un recordatorio visible de la contaminación ambiental que afecta a la región. Ocho quemadores, incluyendo cinco "mecheros" y tres a ras de piso, se mantienen encendidos de forma permanente como parte de los protocolos de seguridad de la paraestatal.

La función oficial de estos dispositivos es la de válvulas de seguridad, que liberan y queman los excedentes de gases y residuos de hidrocarburo que no pueden ser procesados. Sin embargo, para especialistas y organizaciones ambientales, son también una fuente constante de emisiones nocivas.

Riesgos para la salud y el medio ambiente

Según estudios de la organización México Evalúa, las emisiones de estos quemadores incluyen dióxido de azufre (SO₂), óxidos de nitrógeno y partículas finas (PM₂.₅ y PM₁₀). Estas sustancias están vinculadas al aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, cáncer de pulmón e incluso muertes prematuras en el estado de Hidalgo y la Ciudad de México.

Organismos ambientales señalan que las emisiones combinadas de la refinería y la cercana termoeléctrica Francisco Pérez Ríos contribuyen entre el 20% y 33% de la contaminación total que se registra en la Ciudad de México.